Inauguran la exposición de los trabajos seleccionados entre los realizados durante dos años de gozosa dedicación a su taller de grabado.
Sé que para ellos ha sido un verdadero placer. Tuve ocasión de comprobarlo un día en que acudí por la tarde al instituto con la sana y aviesa intención de fagotizar las habilidades informáticas de José Luis y lo encontré inmerso en sus labores de grabador.
Estuve con ellos un buen rato. Me recibieron muy cariñosos y hasta me empujaron a grabar un garabato – lo mío no fue más – em una plancha de metacrilato que luego utilizaron para grabar. Recuerdo que se hizo tarde, pero allí nadie hacía mención de marcharse y fui yo el que hizo mutis dejándolos enfrascados y entusiasmados en su tarea.
Me pareció y me parece ahora una iniciativa fantástica. Esta mañana comentaba con José Luis que siempre me ha parecido vital para alguien dedicado a la enseñanza – quizá para los demás oficios también – diversificar la actividad, hacer cosas fuera y además de las del aula. Eso oxigena, distrae y anima. Y, cuando te llega la hora de jubilarte, te encuentras con un bagaje placentero y variado de posibilidades de ocio.
De todas formas, por el bien de este oficio y de este Centro espero que no os suceda como a Silvestre, el leñador, hijo y nieto de leñadores, que aprendió a mamar al ritmo cadencioso, insistente y pertinaz de las hachas de su padre y su abuelo. Hasta el sueño acudía a los ojitos del niño Silvestre cuando su padre pautaba el ritmo de su vida haciendo leña para la cocina en el corral de la casa.
Silvestre se hizo mayor y llegó a ser el mejor leñador del valle. Cuando se enfrentaba a un tronco, todas sus energías se volcaban en aquella actividad: sin duda sucedían cosas a su alrededor pero él ni las veía ni las escuchaba.
Todo siguió así hasta que, al cumplir 20 años, su madre le regaló una flauta... y Silvestre... enfermó de música. Además de oír los cantos de los pájaros, ahora los escuchaba, paraba incluso de cortar un tronco para entretenerse con los gorjeos inacabables del ruiseñor o con el alboroto alegre y confuso de una bandada de gorriones.
Su padre comenzó a mosquearse porque el rendimiento de Silvestre como leñador había descendido de forma espectacular.
El final se precipitó el día en que Marcó el primer corte en cuña en un hermoso roble. Un montón de pajarillos salieron huyendo despavoridos. Cuando el roble quedó talado en el suelo, Silvestre pudo ver que tres hermosos nidos, repletos de pajarillos, habían quedado destrozados. Nunca más quiso ser leñador y se dedicó a amenizar las fiestas de los pueblos con su flauta de pan.
A ver si vosotros ahora vais a abandonar el ejercicio de la enseñanza, que tanto os debe, (o tú Clara ni lo inicias con lo que prometes) para dedicaros al grabado.
La calidad, originalidad y espíritu lúdico que rezuman estos grabados vuestros lo hace temer.
Tenemos ante nosotros una exposición que resulta un alarde de posibilidades y capacidades técnicas de nuestros amigos.
Podemos ver una primera serie (5 cuadros) de “punta seca”
una segunda (del 6 al 11) de técnica mixta
una tercera (del 12 al 16) de xilografía
una cuarta (del 16 al 19) técnica mixta con Plantilla
una quinta ( el 19) de gofrado (impresión sintinta)
y una sexta (del 20 al 25) de linóleos
De las peculiaridades de estas técnicas y de los juegos y heterodoxias con que las han practicado será mejor que os hagan explicación ellos que los artistas y los que realmente saben de esto.
Yo me callo y aplaudo, que es lo que me pertenece y estoy deseando.