Hoy, señoras y señores,
en tan florida compaña,
este ciego va a contar,
por deleite y enseñanza
de todos los asistentes
y de aquellos que lograran
conocella en el futuro
la historia de Fabián Mañas.
Amigo de sus amigos,
de este centro “mater alma”,
alegrador de reuniones
y promotor de enseñanzas,
del espíritu docente
renovador en las aulas.
¡Que buen serrano en la sierra,
qué gran maestro en el aula,
qué tierno con sus amigos,
qué duro con la canalla,
qué tremendo en sus continuas
lecciones de bienandanza!
Mas dejemos estas laudes
a las que el amor nos lanza
y pasemos a maitines
de vida de Fabián Mañas.
II
En un lugar de Aragón
cuyo nombre es Gallocanta,
famoso por su laguna,
por sus gentes y su raza,
conocido en todo le mundo
por grullas, patos y anátidas,
vio las luces de su tierra
nuestro amiguico del alma.
Sus paisanos le cantaron,
bien oiréis lo que cantaban:
“Fabián Mañas, Fabián Mañas,
el día en que tú naciste
grandes señales mostraba:
la luna estaba crecida,
la laguna estaba en calma;
niño que en tal signo nace
que ha de ser grande proclama”.
Las verdaderas historias
de aquella su tierna infancia
cuentan que era Fabiancillo
infante de pocas ganas
a la hora de comer,
pero que mucho apreciaba
papillas y biberones
de mezcla bien ponderada,
de temperatura justa
dados con amor y gracia;
y, aun estando tan bien hechos,
un poco siempre sobraba:
un hombre de buen “morrillo”
con esto se presagiaba.
III
Dicen que pronto en Fabián
ya sus artes apuntaban:
hacía ingenuas historietas
de lo que a él se le alcanzaba
que de la iglesia el retablo
y cuadros representaban.
También contaba su abuela
(que dicen que era una santa)
que examinaba piedricas
por ver si en ellas hallaba
alguna forma curiosa,
algo que le interesara;
y con ellas, si en sentencia
ninguna gracia encontraba,
arremetía a los gatos,
a las grullas revolaba
y hacía temblar cristales;
tal dicen las lenguas malas.
Aficionóse también
a recitar rimas sacras
cuando lo oía el maestro,
mas dábase a las profanas
cuando paisanos y amigos
eran su audiencia y compaña.
El maestro, don Sapiencio,
viendo sus tan buenas… mañas,
les recomendó a sus padres
que de estudios le dotaran.
Quedóse Fabián muy serio
lo que perdía y ganaba
en un punto valorando:
de su vida se alejaba
si los estudios quería,
mas a padre y madre honraba
y ampliaba su futuro
si estudiar solicitaba.
Esto eligió el buen Fabián,
dando primera enseñanza
de lo que en toda su vida
por pauta se consagrara:
que hay que saber combinar
palos de copas y espadas,
espadas de conquistar
las metas más deseadas
y copas de gozar la vida
en sus pequeñas bonanzas.
Terció en esto el señor cura
ponderando las ventajas
de meter a Fabiancillo
en la carrera eclesiástica.
IV
Y allá se fue el buen Fabián,
sin tener la cosa clara,
al seminario que tiene
la antigua ciudad que baña
el Ebro, fecundo río,
la Zaragoza afamada,
insigne en armas y letras,
de ilustres varones patria.
Y lo fue de este estudiante;
bien oiréis que progresaba
y, pese a que no tenía
vocación muy asentada,
con fuerza y maña remando,
a buenos puertos llegaba.
Arrimado así a los buenos
en ser uno de ellos daba:
así comprendemos hoy
que con los años llegara
a ser un hombre bendito,
de piedad… tan bien probada.
Salvó los primeros cursos,
aprobó cuarto y reválida
y el Bachiller Superior
con soltura superaba.
Mas en esto nuestro amigo,
con mesura ponderada,
contó que en esta su vida
tan sólo jugaba a espadas
y que era más conveniente
equilibrar la balanza.
Y optó por buscarse vida
en que a copas se jugara
teniendo siempre presente
el jugar también a espadas.
V
Y aquí tenemos, señores,
al bachiller Fabián Mañas
pensando en poder ampliar
los estudios que cursara.
Matriculóse en Derecho
y… derecho que estudiaba.
En estas últimas manos,
a espadas se descartaba
y quedóse más a copas
de lo que bien resultara.
Dejó de estudiar Derecho
por ser postura muy mala.
Y entró en la Historia Fabián:
en Historias se apuntaba.
Cursó estudios seriamente
con dedicación y holganza,
con prontitud y alegría,
con donosura y templanza,
repartiendo como antaño
palos de copas y espadas.
Licencióse e impartió
en Bilbilis su enseñanza.
Dejó en alumnos la impronta
de una ciencia que alegraba,
de un saber que con la vida
su conexión les mostraba
mientras formaba sus mentes
para ya empresas más arduas.
Calatayud lo prendió,
como hijo lo tomara,
mas viose en la precisión
de echar dos cuartos a espadas;
y, a pesar de correr riesgo,
a oposiciones optaba.
VI
Sacólas brillantemente:
con donosura aprobaba
primero las de Agregado
y, más tarde, las de Cátedra.
Y con sus buenos amigos
ya las manos se frotaba
con el poder conseguir
en Bílbilis fija plaza.
En el acto de elección,
alguien se le adelantaba.
Enojóse nuestro amigo
y, al estilo Fabián Mañas,
eligió de aquella lista
el que arriba figuraba.
Andújar era el lugar
y él con gracia preguntaba
al Jefe del Tribunal
dónde aquel lugar paraba
que el destino, a veces ciego,
tan ciegamente le daba.
Cursó primero en Andújar
y a Baeza se traslada
cuando tal cosa le impuso
haber aprobado Cátedras.
Mas pronto regresó a Andújar,
que Destino lo guiaba.
VII
Destino correspondió
a su elección tan fiada
y deparó a nuestro amigo,
amén de amigos a esgalla
(lo cual no fuera noticia,
que siempre los encontraba),
en aquel pueblo un lugar
que fue su segunda patria.
Allí encontróse Fabián
a una moza bien gallarda,
morena de verde luna,
María Dolores llamada.
Destino urgió a don Amor
que sus flechas apuntara
y diera en sus corazones
que ya tan a punto estaban
de comenzar un idilio
de los de carrera larga.
Y comenzó, vive Dios,
tan a gusto comenzara
que casáronse a los meses
y, con pequeña tardanza,
vino al mundo Fabiancillo
y después Pilar y Laura
y, por último, Blanquita,
la que la lista cerraba.
Para mí que don Amor,
cuando sus dardos lanzara,
acribilló a estos amantes
que, con lustre de su patria,
engendraron esta prole
tan cumplida y tan galana.
De Andújar el Instituto
disfrutó de la enseñanza
que nuestro amigo Fabián
donde iba, derrochaba.
Fue Director de aquel sitio
y lo hizo con tal maña
que inició larga carrera
de direcciones sin tacha.
Quería mucho a su Andújar,
en su historia investigaba
y un gran investigador
vino a hacerse Fabián Mañas,
que más tarde, ya en su tierra,
consiguiera cimas altas
que le llevaron a metas
largo tiempo deseadas:
con su tesis sobre el gótico,
en artes se doctoraba.
Pero volvamos atrás,
que el entusiasmo nos lanza
a saltarnos meses, años
con ligera destemplanza.
VIII
Corría ya el setenta y tres
y Fabián que concursaba
por ver si volver podía
a tierras zaragozanas.
Y consiguiólo, pardiez,
para nuestra bienandanza,
que nuevo destino tuvo
en la Sección Delegada,
en la calle Franco y López
número cuatro asentada,
de aquel Instituto Goya
que él antes solicitara.
Allá fuera Jefe Estudios
al menos un par de añadas
y, ya en el setenta y cinco,
cuando por fin se creara,
bajo el nombre de Zurita,
este Instituto, esta Casa,
lo fue siendo director
y fundador Fabián Mañas.
Y así nació este Zurita
mientras Franco la palmaba,
que mal augurio no fue
de la índole democrática
que siempre habrían de tener
este Director y Casa.
IX
En Jefe de Seminario
ponía cotas muy altas.
Creó siempre buen ambiente:
de firme se trabajaba
a la hora de trabajar,
mas nunca se descuidaba
y, a la menor ocasión,
una juerguita montaba,
abonando así el contento
de labor bien realizada.
Él siempre sabía ser
rey de copas, rey de espadas
sin que sus subordinados
sufrieran de su ordenanza
más que la guía, la ayuda
y alguna que otra holganza.
Por dos veces volvió a ser
Director de esta su Casa:
Fabián siempre respondía
cuando otros se escaqueaban.
Y tanto comparecía
este Instituto y su gracia,
que, con el paso del tiempo
que todo lo alza y lo allana,
sin anacronismo alguno
para siempre se asociara
Don Jerónimo Zurita
a nuestro Don Fabián Mañas.
X
Y, antes de que dé fin
a esta historia tan granada,
debo cumplir el encargo
de una solemne proclama
que hanme ustedes encargado
que lea sin una falta.
Mas este ciego ya lleva
deshechica la Garganta
y piensa que sea coral
esta solemne proclama:
claustrales y jubilados,
no docentes y la masa
de todos sus compañeros
aquí habrán de recitarla
según reza el papelito
que a todos se os entregara.
SOLEMNE PROCLAMA CORAL
Todos los aquí presentes Corifeo ciego
Los claustrales de esta Casa
que hemos sido tus amigos, Coro
compañeros de jornadas de
de alegría y de tristeza Claustrales
de dedicación y holganza;
los que en otro tiempo fuimos
profesores y enseñanza Coro de
impartimos a tu lado jubilados y
disfrutando de tu gracia exprofesores
los que no somos docentes
mas gozamos tu ordenanza Coro de
y con gusto compartimos no docentes
tu alegría y buenas mañas,
al alimón proclamamos
con regocijo y con ganas
que, si esta jubilación, Todos
como cumple en democracia,
no por edicto o decreto
por votación se otorgara,
TODOS AQUÍ BIEN SABEMOS
QUE NUNCA TE JUBILARAS.
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