Criticas de exposiciones de arte

Exposición de Francisca Zamorano

 

 

Zamorano unoHace ya unos años – diría cuántos y seguro que no acertaba porque el tiempo pasa con traidora y

vertiginosa rapidez – hace ya unos años – decía – nuestra amiga Paquita, nuestra artista invitada, me comentó que se había lanzado definitivamente a un proceso intenso de formación en y para la pintura.  La ilusión que transmitían su gesto y sus palabras me hicieron pensar que conseguiría, con seguridad, lo que se propusiera.

Casi lo tenía ya olvidado – lo confesaré – cuando un día ella vino a proponerme la posibilidad de realizar en esta Sala una exposición colectiva del grupo de personas que, junto con ella, se habían lanzado a esta noble práctica... y todavía perseveraban.

Me pareció magnífico poder dar este espaldarazo. He de confesar que entre mis múltiples frustraciones figuran tres relativas al arte: una la de ser escritor, otra la de dirigir una orquesta, y la última la de no saber pintar. Sabía yo, por otra parte, lo dificultoso que resultaba creer en uno mismo como creador y el valor que era preciso para sacar a la luz pública algo de valor. Aquel día tenía delante de mí a una persona capaz de todo eso y  seguro que de mucho más. Así que, sin pensarlo un momento le dije que sí y pusimos en marcha la exposición.

Después de esa colectiva, esta Sala tuvo la suerte de recibir otra exposición de Paquita, ya individual. Más tarde, con ocasión de las colectivas con que conmemoramos los 25 años de este Instituto, participó en la última de ellas junto a Maribel Lorén, Emilio de Arce, Izaskun Arrieta y Emilia Domínguez. Hoy tocaba individual. Y en ella estamos.

Tu amigo y maestro Emilio de Arce – amigo nuestro también y compañero querido y añorado –, cuando celebraste aquí tu primera exposición individual, me decía en un aparte: “Esta Paquita llegará lejos: sabe y quiere”. Era bueno Emilio, también pronosticando. Porque tú sabrás – yo ya no – cuántas han sido tus exposiciones y cuántos los premios y menciones honoríficas que tu obra ha cosechado.

       Yo recuerdo de tu obra la valentía y el amor al riesgo que siempre quisiste y supiste afrontar: 

        • Valentía para elegir cromaturas: siempre tu paleta de colores ha sido fuerte, valiente: tus rojos – y familia -, tus ocres-amarillos – y familia. Recuerdo la fuerza de aquellos ¿lirios? de tu primera época.
    • Valentía para dejarte caer – o lanzarte – hacia la abstracción: la realidad como referente inmediato se fue desdibujando pronto en tu pintura. Así lo pudimos observar en tu primera exposición individual del Zurita.
    • Valentía para abrazar definitivamente la pura abstracción y  para no estarte quieta nunca: ante tus cuadros difícilmente podemos decir “Ah, sí, claro; ya recuerdo” No hace mucho otra colección de tu obra caminaba por la pura abstracción y trabajaba grandes masas de color. Aquellos cuadros tenían un cierto aire de quietud, orden y estabilidad en la composición.

Hoy podemos contemplar aquí dos grupos de obras: estos cuadros de pequeño formato que constituyen una especie de puente entre lo que hacías tres o cuatro años atrás – cuando el 25 aniversario – y esta otra serie de formato mayor que has dado en titular”. Forman un conjunto de cuadros que a mí me parecen enormemente dinámicos, fragmentos de movimiento, fugas.

“Entropía y orden”. Buen título genérico: desorden y orden. Estos 8 cuadros proponen – en tus características cromaturas – un movimiento  en desorden sólo aparente: un desorden pautado por el orden. Las potentes manchas cromáticas que los componen están marcadas por un principio geométrico a veces estructural, a veces más o menos explícito en figuras geométricas dibujadas o en trazos y figuras incisas, como arañadas al lienzo, a la piel y alma del lienzo que es la pintura.

Ahí están. Ellos hablan mejor que yo.

Paquita, gracias por tu obra y por tu testimonio de tesón y valentía.

Queden aquí mis palabras como un tributo de gratitud y admiración.

  

 

     
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