Criticas de exposiciones de arte

Exposición de Raúl Egido

 

Egido unoInauguramos hoy la temporada 2009-10 de la Sala de Exposiciones del IES JERÓNIMO ZURITA con una obra inaugural, joven, rompedora, nueva…

Soportes, técnicas, estructuras y temas respiran una inquieta búsqueda de caminos, esa búsqueda fértil y rica que está en la fuente de todas las grandes obras.

Raúl Egido nos presenta hoy todo un abanico de caminos creativos emprendidos por él y bellamente ilustrados en esta Sala. Nos hemos encontrado al contemplar esta obra con colores que van desde el más sobrio blanco y negro hasta verdaderas explosiones cromáticas; con técnicas que recorren desde las clásicas como acuarela o pastel hasta el dibujo por ordenador pasando por los humildes rotulador o bolígrafo. Nada parece escapar a la audacia creativa de Raúl.

El resultado es una obra que respira frescura, espontaneidad, una obra de primera mano que – al menos lo parece – está creada sin boceto previo, dando rienda suelta al impulso creativo.

Esta especie de automatismo surrealista se ve claramente desde los primeros dibujos en blanco y negro. En una mágica combinación de líneas curvas – inesperada y envolvente – sabe crear sin ayuda de perspectiva ninguna una maravillosa sensación de volumen y movimiento. De su abundante producción en este camino tenemos aquí dos obras en blanco y negro y otras en que el color puebla y enriquece el juego de curvas sorpresivas y envolventes.

En estas obras el color apenas se mezcla, más bien se yuxtapone o superpone directamente, sobre el mismo soporte. Es como si Raúl encomendara a los ojos del espectador la labor de mezcla de los colores a sabiendas de la capacidad que el ojo tiene en este sentido.

Estas obras abren un rasgo que aparece frecuentemente en la obra de nuestro artista: el de objeto plástico cerrado, envolvente. En ocasiones es la misma estructura del dibujo-pintura la que le hace cerrarse, girar en sí y sobre sí mismo. En otros casos es la acotación circular de la obra la que convierte en implosión lo que, de no existir esa frontera sería tal vez una explosión de formas y colores. Explosión o difusión centrífuga que sí se nos presenta en otras obras.

Tal vez sean las fronteras definidas de los rostros lo que haya empujado a nuestro artista a dedicar buena parte de su obra a numerosas variaciones sobre el tema del rostro. Pienso yo que lo suyo son más rostros que retratos porque en ningún momento busca la plasmación de la individualidad sino más bien el aprovechamiento de las líneas del rostro y el gesto para seguir recreando sus maravillosos juegos de forma surreales.

En estos rostros la mancha de color comienza a adquirir un papel independiente de la línea. En Ángel o Demonio o en Rasgado, por ejemplo, todavía conviven masa de color y dibujo, pero este aparece ya subordinado a aquella. Y en cuadros como Rider el color es ya actor único.

Capítulo aparte merece la obra realizada con ordenador sobre todo por la renovación técnica y por los horizontes creativos a que parece apuntar. Por lo demás sigue apareciendo en ella la brillantez cromática, la sensación dinámica y la inmensa capacidad de creación de coherentes universos surrealistas a que ya nos había acostumbrado el resto de la obra aquí expuesta.

Cualquiera de estos caminos abiertos y propuestos en la obra de nuestro artista invitado nos conducen a la percepción o, al menos, intuición de un mundo de sensaciones, de ideas tal vez semejantes a las que le impulsaron a él a crear, tal vez diferentes, propias solo de cada espectador, pero legítimas y autorizadas por el surrealismo abierto en que se componen y constituyen.

Para terminar querría señalar que tengo la impresión de que la obra de Raúl Egido, tan libre, tan fresca, tan inesperable va a ser un verdadero SHOCK muy del agrado de los alumnos de este centro, destinatarios últimos – o primeros – de estas exposiciones.

Esperando que así sea, Raúl, no nos queda más que agradecerte el trabajo realizado en esta obra tuya y el placer que nos has regalado trayéndola a esta Sala.

 

     
Egido dos  Egido cuatro   Egido tres