Inquietos como el pájaro al que usurparon el nombre, han montado esta nueva muestra de su obra, de sus limos, de sus barros hechos carne de arte.
Los que amamos la cerámica nos encontramos en esta exposición con una demostración variopinta de ese arte primigenio, elemental y original por novedoso y por radicado en los orígenes. Es en la cerámica el arte donde se combinan en estado más puro aquellos cuatro elementos de los presocráticos:
tierra y agua que forman el barro,
aire que lo seca
y fuego que lo endurece.
Y, puestos a hablar de los orígenes, me gustaría contaros un cuento que podríamos titular pomposamente,
EL GÉNESIS DEL CERAMISTA
En el principio creó el hombre... Bueno; la verdad es que el hombre, pobrecito, en el principio, el primer día, no creó nada. Aquel recolector-cazador aprovechó, usólo que la naturaleza atesoraba con avaricia sin intervenir en ella. Con el miedo de quien se sabe inferior y dominado, comió frutos silvestres, cazó, bebió de los ríos o de los charcos cuando los hallaba...
Más tarde adaptó-modificó la naturaleza, comenzó a ponerla a su servicio. Tomó elementos naturales para fabricarse útiles que le ayudaran a sobrevivir: talló la piedra, el hueso y la madera; aprendió a producir el fuego y observó que su uso controlado no calcinaba sino que endurecía la madera. Grandioso hallazgo.
En el tercer día el hombre transformó, dio otra forma, a lo que la naturaleza le brindaba: una vez convirtió en vaso una pella de barro; otra, con un churro dispuesto en espiral ascendente levantó vasijas. Luego el aire secó su obra. Entonces debió sentirse orgulloso de superar a la naturaleza con sus réplicas repetibles, transportables y limpias de las oquedades naturales que hasta ahora usaba como espacios de almacenaje.
En el cuarto día el hombre aplicó a la cerámica el último (y fundamental) elemento: el fuego. Había aprendido que su uso controlado podía endurecer incluso la madera sin convertirla en cenizas; y comprobó que el barro respondía mejor: aguantaba el fuego sin problemas y recibía de él una consistencia y durabilidad admirables.
En el quinto día el hombre, satisfecho de su obra, seguro de sus capacidades, sintió que podía aventajar aún más a la naturaleza y dio otro paso en la cerámica que la acercó a las fronteras de la creación artística: incorporó técnicas de decoración:
· Impresiones con punzones, matrices o cuerdas
· Aplicaciones de pastas, pinturas, engobes,...
Los objetos cerámicos ya no eran sólo útiles: eran también bellos.
En el sexto día el hombre inventó tres cosas que llevaron la cerámica a su perfección utilitaria:
el torno, que agilizó la producción y dio a las piezas armonía y equilibrio de formas,
el horno cerrado en que se alcanzaban más altas temperaturas y el barro se hacía más consistente
y el vidriado que hacía las piezas impermeables.
Fue el paso de la cerámica primitiva a la de las grandes culturas. Aplicadas esas técnicas, todo uso era ya posible:
cerámica para la vida (menaje de cocina, lámparas y candiles, recipientes delíquidos o granos,...)
y para la muerte (vasos funerarios destinados a traspasar las fronteras de laeternidad).
El enriquecimiento estético comenzó a ser una finalidad con la ayuda de nuevos materiales (porcelanas) y de innúmeros descubrimientos de esmaltes, engobes….
La cerámica ha invadido ya el territorio del arte.
Y el séptimo día el hombre ceramista… no descansó. Hombres y mujeres como los de “Correlimos” completaron el proceso de la creaciónrompieron la última frontera de la cerámica: la del utilitarismo asumieron plenamente la gratuidad del arte, la búsqueda de nuevas formas en el espacio, incluso la figuratividad y la abstracción.
Ya sólo la materia prima separaba la cerámica de la escultura, de alguna escultura, o de la pintura; es decir, nada las separaba.
Y ante el fruto de ese séptimo día de la creación nos encontramos: en las instalaciones de esta exposición vemos todo tipo de creación cerámica, de cerámica creativa:
juegos de formas geométricas,
representaciones metacerámicas,
recreaciones figurativas (ojos, bañistas, panes…)
cerámica que vuelve a la tierra y representa rocas, tierras, arenas de las que emerge la creación,
ciudades de la imaginación,
pedazos de cerámica que re-crean formas cerámicas,
pensamiento crítico, ironía...
Y todo ello a partir del humilde barro (tierra y agua), del aire y del fuego.
Gracias, amigos de CORRELIMOS, por reconciliarnos otra vez con la libertad, con la creatividad sin fronteras, con la gozosa contemplación de la hermosura sin finalidad, sin más utilidad que la del placer de contemplarla. Que es mucho.
Sala de Exposiciones del IES “J. ZURITA”
Del 20 de abril al 12 de mayo de 2006